Bajo las enormes jacarandas de la calle Porvera se encuentra Roneo, que dirige Chely del Ojo. Tras pasar por las cocinas de varios restaurantes, Chely decidió emprender con la ambición de dotar a su negocio de un sello propio en el que el producto es su santo y seña.

Así, además de los platos fijos de su carta, en Roneo juegan mucho con el producto de temporada y el de mercado del día, incorporándolo fuera de carta.

El local es rectangular y profundo, en el que destacan los tonos cálidos de la madera y de la luz ambiente. De un lado encontramos mesas y sillas altas y de otro, un largo sillón corrido, mesas y sillas bajas. La barra es pequeña, pero ese hándicap lo superan con una amplia terraza exterior. 

En la carta de Roneo encontramos, de un lado, platos clásicos de la cocina española y/o con toques creativos (croquetas de puchero, ensaladilla de gambas, ortiguillas fritas, zamburiñas al ajillo o al curry rojo, flor de alcachofa con crema de foie y jamón, carrillada bombón con crema de patata…) y platos con influencia internacional, encontrando así toques orientales (en platos como sus ya famosos wok, tanto de langostinos y verduras como de verduras y ternera); mejicanos (quesadilla de pollo con guacamole casero); o peruanos (ceviche de pez roca con ají amarillo y choclo), por citar solo unos.

Pero en lo que ha ido ganando poco a poco fama Roneo es en sus arroces –que preparan de diferentes formas–, en sus carnes, su atún y, durante la temporada, en sus setas, que cocinan de original manera. Para maridar todo, una extensa carta de vinos en los que Jerez tiene mucho protagonismo.